miércoles, 1 de enero de 2014

Digimon: Re Génesis. Acerca de la obra – Capítulos 4 - 5


Abro esta entrada que tenía pendiente para dejar los comentarios de los últimos 2 capítulos publicados hasta la fecha. Seguramente mis dos capítulos favoritos del fic, y los que más tiempo me han llevado escribir.

El capítulo 4 es el más espiritual y complejo hasta ahora. ‘Babel’ es el origen de todo, la esencia misma de la vida, simbolizado a través de una puerta física en un templo olvidado, y custodiada por un dios en persona. 

Los elegidos fueron despojados de todas sus pretensiones, y ahora para reencontrarse deben dar un ‘salto de fe’. Es en cierta forma una metáfora de la iluminación entendida desde una perspectiva no religiosa, es el desprenderse de aquello que te amarra y te condena para alcanzar un entendimiento superior de las cosas verdaderamente importantes.

Al mismo tiempo, y como razón última de esta búsqueda, es abandonar incluso el bien más preciado que poseemos, la vida. Para intentar, en la desnudez del alma descubrir aquellos nexos ancestrales que son el fundamento de todo, y que permiten que sea perfectamente posible incluso vencer las barreras de lo físico, representadas por el digivice.

La muerte es la que actúa como epicentro del capítulo, pues es, como menciono arriba el último de los apegos terrenales. Introducida primeramente por un yashamon que acaba de morir y cuyos miedos perfectamente humanos son contrapuestos con la razón atemporal de un ser eterno, y finalmente, enfrentada desde su perspectiva más frágil en ambos lados del conflicto, por un lado dos esbirros de miragemon, por el otro dos de los elegidos. En ambos casos el miedo a la muerte se hace presente, y en ambos casos, debe ser superado.

El capítulo 5, que en un principio iba a titular ‘La caída del centinela, la ascensión del dragón’, pasó a adoptar un título más abstracto y universal ‘Lagrimas y silencio – Despertar’ cuando entendí que la raíz del capítulo mismo, que no es otra que el miedo como concepto mismo, no puede incumbir a uno solo o una sola pareja de los protagonistas, sino que está radicado en cada uno de ellos.

Es el miedo el motor que mueve el capítulo más difícil que he escrito hasta hoy. El miedo desde perspectivas diferentes está presente siempre, representado en Yamato a quien le toca el turno de prologar esta vez, y focalizado en la endeble salud de su hermano. El mismo miedo que inunda a Kari, y la impulsa a desarrollar vínculos más profundos con la persona que mejor puede entenderla. Miedo en Joe, a quien le cae sobre los hombros la responsabilidad más grande de todo el grupo, y finalmente, miedo en Tai, el otro protagonista de este capítulo. 
  
Y es el castaño, símbolo del valor dentro del grupo el que experimenta el miedo más elemental de todos, que lo acompaña desde su experiencia en el Portal de Babilonia y destruye su esencia. Lo elegí para dejar claro la infinita penetración que este tiene, y el poder transformador que involucra. Tai debe asumir sus miedos para poder seguir con su camino, y debe hacerlo solo, a pesar de agumon y Sora, quienes flanquean el sendero con impotencia. Porque también hay miedo en ellos, el miedo de ver a un ser querido consumiéndose en su sufrimiento interior, y no poder hacer nada. Y con Kari y Matt inmersos en su propio miedo, son precisamente Sora y agumon, las otras dos entidades verdaderamente cercanas a Tai las que presentan la mirada externa para el espectador, y su desespero… hasta el despertar.